English


Italiano


• ESPAÑOL •

Tocando el clave Broadwood en la Fenton House de Londres Tocando el Ruckers-Taskin del Conservatorio de París Tocando el órgano barroco de la Catedral de Buenos Aires Tocando el clave Hubbard-Di Véroli en Irlanda Tocando el clave Goermans de la Russell Collection en Edimburgo

Claudio Di Véroli

clave y órgano

La historia del clave Hubbard-Di Véroli

por Claudio Di Véroli, Copyright © 2008

Resumen

El clave Hubbard-Di Véroli ha tenido gran influencia en jóvenes talentosos que son en la actualidad conocidos profesionales en la ejecución y fabricación de claves, tanto en Sud América como en Europa. Esta página web narra la notable historia de este instrumento: cómo fue concebido, construido y luego utilizado durante más de cuatro décadas. Véanse también las siguientes páginas web (en inglés): Improving an old Hubbard harpsichord kit y Restringing the Hubbard-Di Veroli harpsichord.

De los claves “revival” a la Fenton House de Londres

Mi vida como ejecutante—y afinador—de claves comenzó en mi Buenos Aires natal en 1962. Tenía yo entonces 16 años y estaba fascinado por los claves “revival” producidos por las fábricas alemanas Neupert, Sperrhake y Wittmayer.

Los jóvenes clavecinistas de la actualidad, que casi nunca encuentran claves “revival”, pueden ver en este video YouTube a algunos principiantes probándolos. Cuando las réplicas de claves antiguos aún no estaban disponibles, esos instrumentos, a pesar de su sonido pobre y exiguo, proveían una limitada pero útil visión de lo que se requiere para ejecutar debidamente la música antigua para el teclado. El modelo que yo tocaba con más frecuencia era un pequeño Sperrhake, quizás no tan malo como otros de su tipo: véase este video en YouTube. En diversas ocasiones tuve que tocarlo en público: la última vez fue en 1983 como lo muestra la foto de la derecha, sacada durante un concierto con una pequeña orquesta de cuerdas.

Habiéndome iniciado de adolescente tocando estos engendros (que no merecen ser llamados “claves”) más adelante como estudiante en Londres en los años 1968-71 me pude familiarizar con los virginales y claves antiguos, que tocaba frecuentemente en la Fenton House, Hampstead, como se muestra en las fotos de abajo.



Bédard y los antiguos claves franceses de París

Durante esos años en que vivía en Londres, frecuentemente viajaba yo a París, donde en el Musée Instrumental du Conservatoire (hoy Musée de la Musique en La Villette) conocí y pronto entablé amistad con el gran ejecutante y restaurador Hubert Bédard. Bédard generosamente me instruyó en el estudio de la música barroca francesa y los antiguos claves franceses. En innumerables visitas al Conservatoire se me permitió de manera excepcional practicar a mis anchas en los instrumentos franceses de dos teclados del siglo 18 que Bédard y su equipo habían cuidadosamente restaurado. Tocar por varias horas seguidas en el Dumont-Taskin, el Collesse (el del mueble más hermoso), el Goujon (el del sonido más poderoso) y el dorado Ruckers-Taskin (el de más bello sonido) fue sin duda la más impresionante experiencia musical de toda mi vida. Véanse abajo fotos que saqué en dicha época, con permiso del museo, del Collesse (izquierda) y del Ruckers-Taskin (derecha).

Mi principal interés ha sido siempre la música para clave del alto barroco (1650-1750) y enseguida me dí cuenta de que el “clave doble francés” era el tipo de instrumento que yo deseaba para el resto de mi carrera musical. Como no me podía permitir la adquisición de tal instrumento, en mis visitas a su atélier personal, Bédard amablemente me mostró cómo se fabrica un clave y me instruyó para que yo pudiese fabricar uno de buena calidad a partir de un “basic kit” de Hubbard (Boston). En la foto abajo a la izquierda se me ve con Hubert Bédard en su atélier en Boulogne (Paris) en 1971. En la foto abajo a la derecha estoy tocando el dorado Ruckers-Taskin del Conservatoire de París durante mi visita de 1975.


Hubbard y sus “harpsichord kits”

De regreso a la Argentina luego de mis años de estudiante en Londres, en 1972 encargué un “basic double-French kit” a Frank Hubbard, quien desde Boston (EEUU) fue uno de los pioneros en el redescubrimiento de los claves basados en modelos tradicionales. [Hubbard Harpsichords continúa fabricando kits y claves bajo la dirección de Hendrik Broekman, y son siempre confiables proveedores de repuestos tales como lengüetas y plectros].

Hubbard escribió en uno de sus folletos: “Permítaseme decir lo siguiente acerca de nuestros kits: si el kit se construye, regula y termina cuidadosamente, el resultado iguala el producto de cualquier fabricante profesional, y se parece muy de cerca al prototipo original ...” (mi traducción del inglés). Ciertamente, “el kit de Hubbard no es fácil de armar—solamente alguien habilidoso e inteligente debe encararlo; pero una vez que ha sido armado exitosamente, resulta ser un instrumento mejor que la mayoría de los claves producidos profesionalmente, un hecho que recientemente fue demostrado ... por el Dr. Wolfgang Schroeder en Das Musikinstrument, Jul. 1968” (W. Zuckermann, The Modern Harpsichord, 1970, pág. 133). Por varios años, a pesar de algunas diferencias con el original de Pascal Taskin (París 1769), el kit de dos teclados de Hubbard ganó sistemáticamente las competencias internacionales de armado de claves a partir de kits.

Para cuando Hubbard produjo mi kit en Boston, lo despachó, llegó a la Argentina, la Aduana me notificó y logré—tras meses de trámites—recibirlo, era ya Noviembre de 1973. Véase abajo a la izquierda el contenido del cajón que me envió Hubbard—con mi padre Angelo—excepto la caja con paredes y clavijero en posición, que se pueden ver a la derecha.

Vale la pena observar que un clave doble se construye dentro de una caja de madera que requiere tolerancias muy precisas para soportar más de media tonelada de tensión de las cuerdas. Muchos kits de calidad inferior son mucho más fáciles de “armar y encolar”, pero luego con facilidad se deforman y hasta estallan tan pronto como se tensan las cuerdas. El kit de Hubbard era en cambio una colección de materiales cuidadosamente seleccionados y en su mayoría reducidos al espesor final, pero dejados para ser recortados y terminados inmediatamente antes de su instalación. Se incluía un preciso plano en Mylar y un completo manual de instrucciones.

Armar el kit, como cualquier otro clave, significó mucho trabajo de precisión, como ser serruchar y lijar cada costilla estructural hasta que entraba justo en su lugar en la caja, cortar la tabla armónica para que entrase exactamente en su lugar dentro de la caja, cepillar puentes para que tuviesen el perfil requerido, fabricar e instalar las cuerdas, y finalmente armar e instalar los martinetes (que pellizcan las cuerdas). Para reducir costos, algunas partes no las encargué con el kit sino que las hice fabricar en la Argentina siguiendo mis propias especificaciones, por ejemplo la tapa, las patas, los clavos, los tornillos, los clavos de sujeción de cuerdas (hierro bruñido en negro para el 8', hierro enchapado en oro para el 4'), la cerradura de la barra de martinetes, el listón del laúd, los tirantes de registros y el atril (véase Improving an old Hubbard harpsichord kit, sección 3).

El taller de carpintería

Fabricar un clave, inclusive si se parte de un kit básico, requiere un taller de carpintería bien equipado y familiaridad con tareas de carpintería avanzada. Por suerte, un amigo de familia tenía una pequeña fábrica de muebles a medida, donde generosamente me dieron amplio espacio para trabajar y la ayuda de sus obreros. Durante el armado inicial de la caja, casi todo el tiempo yo leía del manual de instrucciones de Hubbard y le decía al carpintero en castellano qué debía hacer. Para cuando yo estaba ya encolando costillas y puentes a la tabla de armonía (ver fotos abajo) ya tenía las habilidades necesarias para proceder sin necesidad de ayuda.

Yo trabajaba en el kit los viernes y sábados por la mañana; de lunes a jueves tenía un trabajo en una oficina, con todo el tiempo para pensar en cualquier problema de mi kit. Cada vez que me enfrentaba con una dificultad importante detenía las tareas, analizaba el problema y encontraba una solución. Unas pocas veces molesté al propio Frank Hubbard con cartas que siempre respondió con amabilidad y amplio detalle, lo que a menudo produjo intercambios muy interesantes (a veces lo suficiente para incluir detalles de los mismos en artículos que publiqué décadas más tarde). Llevó varios meses terminar el instrumento como mueble de carpintería (ver fotos abajo). Faltaban todavía la pintura, las cuerdas y todo el mecanismo.


Pintura y encordado

Terminados los trabajos de carpintería, mudamos el kit al pequeño departamento donde yo vivía. Allí un pintor profesional proveyó un acabado moderno de alta calidad. Era ya mediados de 1974. A continuación cuidadosamente perforé para los 189 clavos de sujeción de cuerdas (extensión del Fa0 al Sol5 no transpositor) y más de 400 clavos de puente. Hice esta tarea con un taladrito de mano, logrando milagrosamente que quedaran todos paralelos (ver foto abajo a la izquierda). Con todos los clavos instalados, el problema era ahora determinar el esquema de encordado, o sea los materiales y calibres de las cuerdas.

A tal efecto desarrollé programas en FORTRAN (probablemente un uso pionero de computadoras para analizar el encordado de claves allá por 1974) que calculaban para cada cuerda las tensiones e incluso imprimían gráficos en las “impresoras de línea” de la época, como se muestra arriba. Hay dos tipos de tensión: la total y la específica. La tensión ESPECIFICA ocurre en el interior del material, se mide en kilos por milímetro cuadrado y es una función de la longitud de la cuerda y frecuencia de vibración. Si esta tensión es demasiado baja el sonido es pobre, mientras que si es demasiado alta la cuerda puede romperse: de una u otra manera, la tensión específica determina la elección de la aleación metálica para la cuerda. La tensión TOTAL es la fuerza de la cuerda tirando de la caja, se mide en kilos por cuerda, es función de los mismos datos y también del diámetro de la cuerda, y es esencial porque determina el tipo de sonido: un diámetro demasiado grande hace que el sonido sea metálico y a la vez opaco, mientras que un diámetro demasiado pequeño lo hace demasiado chillón.

No estaba yo satisfecho con las tensiones producidas por el esquema genérico de Hubbard (fechado en 1963) que él sugería usar para el kit: tuvimos un interesantísimo intercambio postal con Frank Hubbard quien al final aprobó mis métodos y mi esquema final, que difería significativamente del suyo, sobre todo en los encordados de 8'. Muchos años más tarde encontré que las tensiones totales de mi esquema son muy similares a las que se obtienen en antiguos claves de Taskin cuando se usan los calibres que Taskin mismo anotó en sus clavijeros (véase TASKIN HARPSICHORD SCALINGS AND STRINGINGS REVISITED y también Improving an old Hubbard harpsichord kit, sección 8). Para fines de 1974 el encordado estaba instalado.

Armado del mecanismo y regulación

Este fue el difícil desafío final. He visto a menudo instrumentos que acústicamente son excelentes pero suenan pobremente debido a un mecanismo de baja calidad. Yo en cambio me había propuesto lograr el mejor instrumento que se pudiese fabricar a partir de un kit de Hubbard. Esto, como ya hemos visto, requería mucho trabajo de alta precisión.

En el siglo 18 los tornillos eran muy caros y casi no se usaban en la fabricación de claves, pero Hubbard usó tornillos modernos en su kit para sujetar sólidamente el clavijero y la moldura de anclaje de las cuerdas de 8', y también en la parte inferior de los martinetes para regular su longitud. Estos tornillos, aunque históricamente no son auténticos, son convenientes para el armado y la regulación, y no pueden afectar el sonido o el funcionamiento del mecanismo de manera alguna (aunque véase Improving an old Hubbard harpsichord kit, sección 11).

Los teclados enviados por Hubbard en esa época estaban hechos en Alemania y eran algo irregulares. Los espacios en la parte trasera de las teclas tenían errores de hasta un milímetro: encontré también que los martinetes de Delrin negro tenían una leve y variable curvatura de hasta un milímetro, de modo que la solución fue elegir martinetes que equilibrasen lo mejor posible los desvíos de las teclas. Las teclas estaban balanceadas con pesas de plomo, lo que no es histórico: removí algunos (véase Improving an old Hubbard harpsichord kit, sección 4). Luego aprendí trabajosamente a “afeitar” los plectros de Delrin (que inicialmente tienen espesor parejo) para que tuviesen el perfil adecuado: solamente tres se rompieron durante las tres primeras décadas de uso. Finalmente, para cada nota ajusté los martinetes con un cuidadoso “espaciado”, lo que permite regular los plectros para un sonido relativamente potente, evitando sin embargo un mecanismo pesado.

Dos agregados al mecanismo de registros proveyeron flexibilidad adicional necesaria cuando se tocan, con el mismo instrumento, piezas concebidas para modelos muy diferentes. Uno de estos agregados es un “registro piano” para el juego frontal/superior de 8' (véase Improving an old Hubbard harpsichord kit, sección 6). El otro agregado a la disposición clásica francesa consiste en una corredera de laúd con dos hileras separadas de cueritos, que actúan en cualquiera de los dos juegos de 8', pero con distinto efecto (véase Improving an old Hubbard harpsichord kit, sección 9).

Recitales y críticas

El sonido del clave Hubbard-Di Véroli, completado en marzo de 1975, era impresionante. En abril visité a Hubert Bédard en París, le mostré varias fotos y dijo: “No puedo decir como suena, pero con seguridad este es uno de los claves dobles franceses más cuidadosamente construidos que yo haya visto jamás.” De regreso en Buenos Aires el instrumento fue estrenado en mayo (¡poco tiempo para practicar!) y por suerte el recital fue grabado. Fue esta la primera vez que un clave basado en modelos antiguos se escuchaba en la Argentina: causó gran impresión y pronto clavecinistas locales comenzaron a encargar instrumentos similares del extranjero. Seis años después, luego de haberlo tocado en un concierto en Buenos Aires en el Museo Nacional de Arte Decorativo en 1981, cuando ya había otros instrumentos similares en la Argentina (algunos fabricados por reconocidos luthiers europeos), en uno de los más importantes diarios del país un crítico declaró que éste era el instrumento de mejor sonido en toda Latinoamérica. En las décadas del 80 y 90 el clave Hubbard-Di Véroli se utilizó en muchos conciertos, en su mayoría recitales de clave solo pero también acompañado de conjuntos con instrumentos antiguos.

La foto de arriba a la izquierda muestra el instrumento hacia la época de su inauguración en 1975. La foto de la derecha se sacó en 1985 en Buenos Aires en el Teatro Coliseo durante el recital del Tercer Centenario Bach-Haendel-Scarlatti, al que asistieron más de mil espectadores. Este y otros pocos recitales se grabaron, y hemos recientemente completado el largo proceso de producir películas y subirlas a YouTube, donde se las puede ver buscando Di Veroli harpsichord.

Críticos y colegas no dejan de alabar la calidad sonora de este instrumento. Fue construido para un sonido parejo y cantante en toda su extensión, y ésta es aún hoy una de sus características; asimismo, el mecanismo es muy parejo y confiable.

Irlanda e Italia

Cuidadosamente empacado por mi hijo Rafael, el clave Hubbard-Di Véroli sobrevivió intacto nuestra mudanza a la República de Irlanda en 2001. Como siempre, este instrumento raras veces se desregula y casi nunca requiere reemplazo de plectros, apagadores o cuerdas.

En Irlanda el clave Hubbard-Di Véroli fue enseguida considerado uno de los mejores y lo utilicé con éxito en varios recitales. En la foto de arriba a la izquierda se ve la encantadora rambla marítima de Bray, donde vivíamos; la foto de la derecha fue sacada cerca de allí durante un recital en The Mermaid, The Wicklow's Arts Centre. Desde 2015 el instrumento se halla con nosotros en Lucca, Italia.